5 DE SEPTIEMBRE


LA BIBLIOTECA SECRETA
Haruki Murakami
Ilustrado por Kat Menschilk
2014



“El laberinto al fin acabó y nos encontramos ante una gran puerta de hierro. De la puerta colgaba un rótulo donde ponía «Sala de Lectura». El lugar estaba tan silencioso como un cementerio a medianoche. El anciano sacó un manojo de llaves del bolsillo y, haciéndolas entrechocar, eligió una. Era una llave grande de modelo anticuado. La introdujo en la cerradura y, tras echarme una mirada rápida llena de sobrentendidos, la hizo girar hacia la derecha. Se oyó un sonido metálico. Al abrirse la puerta, un chirrido en extremo desagradable resonó por los alrededores. —Pero si está completamente a oscuras —protesté. Al otro lado de la puerta, las tinieblas eran tan negras como un agujero en el espacio.”


El muchacho solo quiere devolver dos libros y rebuscar un poco entre las estanterías, ilusionado por poder refugiarse del ruido del mundo entre estanterías de libros y el olor a papel. Sus zapatos nuevos llaman la atención del bibliotecario, quien inicialmente no despierta sospechas en nuestro protagonista. Pero en la sala de lectura se topa con el extraño bibliotecario, un anciano furibundo que lo introduce en el laberinto de la biblioteca y allí, lo encierra.
Dejándose llevar por la curiosidad, el chico atraviesa largos pasillos y numerosas puertas para terminar cayendo en una trampa. Sin posibilidad de huir, el bibliotecario se perfila como el símbolo de la responsabilidad llevada al extremo, la obligatoriedad de cumplir una promesa lanzada al viento pese a que otros puedan sufrir en el proceso. Su repentino encierro le hace temer por la salud de su madre, a quien parece acosarle una enfermedad muy dañina que bien podría ser la pena o la preocupación. De paso, nuestro joven lector conoce a una muchacha misteriosa, a un estornino y a un hombre-oveja.
Estamos ante un cuento verdaderamente interesante que hay que interpretar en su justa manera, pensando además que caben distintas lecturas de la historia. Con un contenido marcadamente filosófico, se pueden entrever alusiones al tiempo, la preocupación, la responsabilidad, la crueldad, la dependencia, el amor, la esperanza, la ilusión, la desesperación y la tristeza. Es una narración de corte irreal que perturba profundamente a ese lector capaz de meterse en la historia de este pequeño con ansias de leer cosas como Los impuestos en el Imperio Otomano, Diario de un recaudador de impuestos del Imperio Otomano y El movimiento contra el pago de impuestos en el Imperio Otomano y su represión. El libro está aderezado por las ilustraciones de Kat Menschik, una mujer que es capaz de transmitir con sus dibujos la opresión de la biblioteca, la ilusión de evasión de nuestro joven protagonista y las consecuencias de sus elecciones, como por ejemplo, el haberse puesto zapatos nuevos para ir a la biblioteca aquel día. 

Una pesadilla kafkiana y al mismo tiempo una sensible historia sobre la pérdida y la soledad. Es también el lúgubre escenario en el que un joven adolescente habrá de enfrentarse solo a un mundo adulto que se burla de sus temores infantiles y que le obligará a asumir la madurez sin transiciones. Un escenario en el que fantasía y realidad se confunden para recrear el complicado proceso de abandono de la niñez y sus monstruos, y el paso a una dimensión nueva y desconocida.


"El peligro de los laberintos radica en que, hasta que no avanzas un buen trecho, no sabes si has elegido o no el camino correcto. Y cuando llegas al final y te das cuenta de que te has equivocado, ya suele ser demasiado tarde para retroceder. Ese es el problema de los laberintos."





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